3 mar 2011

Sensibilidad

Hoy solo deseamos hablar de la compasión, tema que nació esta mañana en una esquina observando el comportamiento de las personas frente a un perrito sin pierna y con la propia dificultad de cruzar la calle junto a un par de amigos desnutridos.

Para utilizar la empatía es necesario ser sensible, cuando somos sensibles nos podemos dar cuenta que es lo que puede estar sintiendo nuestros hermano animal o humano, y de esta manera evitar lastimarla y degradarla, tratando en lo posible de ayudarla para aliviar su sufrimiento.

La compasión nos invita a auxiliar a los otros, es una emoción intensa bella, es el mejor remedio para la agresividad, es una emoción muy constructiva que inspira y desencadena la simpatía por los más desvalidos y el deseo de poner fin al sufrimiento de las otras criaturas. La compasión colabora exitosamente en superar el narcisismo, egocentrismo, la ira, la envidia, y otras emociones perniciosas como la terrible depresión que sufren muchas personas. Nos saca de la indiferencia del embotamiento que nos corroe cada día más.

Si existe compasión, la acción se vuelve más correcta y altruista, nos impregna la mente y el cuerpo reflejándolo con ternura y afectividad.

Ser empáticos con una persona que nos agrada no es un tema complicado, al contrario nos hace sentir realizados y plenos si podemos ayudarlo, pero que sucede si debemos ser empáticos con alguien que no nos interesa, en este caso nuestros hermanos menores, es en este caso donde debemos actuar con sentimientos y nobleza frente a estas situaciones que nos presenta la vida diariamente, no podemos mantenernos al margen de tanto sufrimiento e irresponsabilidad que vemos con las mascotas, esta reacción de no hacer nada es insano, nos detiene como persona. Cuando Jesús afirmo "solo por el amor será salvo el hombre" dejo definitiva constancia de la mejor forma de proceder ante el sufrimiento ajeno.

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