15 mar 2010

Las mascotas en la tercera edad

Aumento de la autoestima: la jubilación puede provocar en algunas personas un vacío que se potencia con un sentimiento de dejar de ser útil que impacta psicológicamente de manera profunda en las personas. Las mascotas con sus requerimientos de atención, alimentación y cuidados pasan a ocupar un lugar central en sus vidas, neutralizando esa sensación de no sentirse útil.

Aumentan la autoestima y los auto cuidados: La persona anciana, que vive sola posee una autoestima baja, y no tiene deseos de cuidarse. Un perro o un gato, los convierte en responsables de su bienestar, y por o tanto debe cuidarse para poder brindar los cuidados que necesita para vivir.

Disminución de la tensión y el estrés: si bien este efecto se manifiesta en todos los dueños de mascotas, es especialmente beneficioso en las personas mayores. Está demostrado que la sola cercanía de un perro o un gato produce una disminución de la ansiedad, por ejemplo, ante una noticia importante.

Estimulador de la salud: Está demostrado que mantener una rutina activa diaria es una de las acciones más difíciles de lograr en la tercer edad, siendo esto uno de los factores de depresión y de desmejoramiento de la salud. Las mascotas promueven un mínimo de actividad física en sus dueños, sobre todo si son perros a los cuales hay que sacar a pasear varias veces al día. El ejercicio físico moderado evita fracturas de caderas y mejora el funcionamiento cardiovascular entre otros beneficios. No obstante esto, si la persona tiene alguna complicación con su movilidad, la mascota ideal sería el gato, el cual no requiere paseos y brinda todos los “Efectos Mascota Positivos” de igual forma que el perro.

Motivo de alegría: Se suelen llevar gatos muy dóciles a hogares de ancianos donde las personas tienen muy poca fuerza o ya no pueden caminar  El gato es mucho más tranquilo que el perro y en consecuencia mucho más sedentario. Para este tipo de casos no hace falta entrenar al felino, en general son sociedades protectoras de animales que tienen mascotas sanas y dóciles, las que se transportan en cajitas a los hogares de ancianos. Algunos hogares de ancianos tienen sus gatos o sus perros propios porque los médicos comprobaron las alegrías que generan en los mayores el tener un contacto diario con una mascota, mejorando su calidad de vida.

En otro países se tienen animales en los hogares geriátricos como parte de las terapias clínicas. En otros casos hay instituciones que solventan la tenencia de estos animales a personas de más de 65 años de edad. Aquí en nuestro país no hay este tipo de instituciones, pero la adquisición de una mascota puede ser fácilmente resuelta conectándose con alguna asociación protectora de animales, las que proporcionan sin cargo animales a tenedores responsables.

Los beneficiosos efectos en las relaciones de las personas que entraron a los “años dorados” y las mascotas, están documentados en innumerables trabajos científicos publicados en revistas de diferentes campos del conocimiento científico, desde la sicología, psiquiatría,  a la medicina clásica. La evidencia científica actual nos indica que existen circunstancias en las que debemos estimular y acrecentar esta relación, buscando el perro o gato indicado para una determinada persona en especial.

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